Suecia, entre los países más innovadores y que más invierten en educación
En Suecia hay una apuesta muy firme y seria por la educación. Los países nórdicos presumen por ser un ejemplo al mundo en sistema educativo y desarrollo socialdemócrata del Estado del bienestar. Sobre todo, Suecia ha sido históricamente un paladín de ello.
En Suecia se entienda que la educación pública es una inversión, no un gasto, y que va asociada por tanto a los resultados sociales, culturales y económicos de los que puede hacer gala un Estado del bienestar fuerte.
Los niños y niñas que tienen entre 7 y 16 años tienen la escolaridad obligatoria y la organización de los cursos están adaptados a la climatología: un semestre desde mediados de agosto hasta navidades y otro desde primavera hasta mediados de junio. Luego, existe una distinción muy clara entre los programas profesionales y los preuniversitarios. La mayor parte de los centros escolares son financiados con recaudación municipal, y más de un 40 % del presupuesto municipal se destina a educación.
Dos cifras muy claras: Suecia gasta 18000 dólares por estudiante al año y hay una media de un profesor por cada 9 alumnos.
Esto, y la concepción de la educación como un sistema de crecimiento personal, tiene como resultado que la nota sueca en el informe PISA sobre lectura, matemáticas y ciencias sea de 496 sobre 600 y que el 76’5% de la población esté satisfecha con su educación.
Además, y no es ninguna casualidad, Suecia destaca por ser uno de los países más innovadorares del mundo. Según un estudio de la Universidad Cornell, INSEAD y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, Suecia está entre los 15 países líderes en desarrollo de la innovación, integrando en este concepto la investigación, infraestructuras, mercado y negocios, instituciones, creatividad y conocimiento.
La relación de estos resultados y la educación sueca es evidente. Las universidades suecas potencian una enseñanza focalizada a la inovación e investigación, a la iniciativa y el desarrollo de los alumnos/as. Es por ello que Suecia puede presumir de tener un sistema universitario de los más sustentables del mundo.